El odio, el peor veneno que podemos dar a nuestra alma y a nuestro ser, a veces nos aferramos al resentimiento y la rabia, sin darnos cuenta que profundizamos aún más en la herida que nos causaron, ese sentimiento nos aleja de la prosperidad, serenidad y la felicidad que tanto necesitamos como individuos.
El perdón no es un regalo para nuestros perpetradores, es un regalo para nosotros mismos, que alcanzamos la paz cuando damos vuelta a la página confiados en la justicia divina que siempre coloca las cosas en su santo lugar.
No te aferres al odio, vive en el amor y el perdón, de lo demás, Dios se encarga.